
En 1913 vio la luz esta primera entrega de En busca del tiempo perdido, uno de los ciclos novelísticos más admirables de la historia de la literatura. Por la parte de Swann se divide en tres partes, todas ellas variaciones sobre el tema del tiempo que inexorablemente queda atrás: «Combray», el pueblo de la infancia del protagonista, que lo rememora antes de dormir; «Un amor de Swann», o el despilfarro del tiempo en un amor, el de Odette y Swann, agostado por los celos; «Nombres de país: el Nombre», que gira en torno a los recuerdos de la adolescencia.