Onírico. Laberíntico. Surrealista. Murakami en estado puro.
Un joven publicista ha utilizado, en una de sus campañas, una fotografía, aparentemente anodina, que lo ha puesto en el punto de mira de un influyente grupo financiero. Se trata de la imagen de un rebaño de ovejas y carneros en un prado: uno de los carneros posee, al parecer, un poder peculiar. La monótona y en absoluto extraordinaria vida del joven, fumador empedernido y recién divorciado, da una insospechada vuelta de tuerca al embarcarse en una extraña búsqueda: deberá viajar al norte de Japón para encontrar a toda costa a ese peculiar carnero.
Si a esa línea argumental se le añaden una misteriosa joven con unas orejas exquisitas, un amigo prófugo (el entrañable «Rata»), un profesor obsesionado con los ovinos y un hombre disfrazado de chivo (el Hombre Carnero que aparecerá en Baila, baila, baila), esta novela se convierte en una de las singulares obras maestras del célebre autor japonés.