Pierre-Elie de Pibrac vivió durante casi un año en inmersión con varias familias
de la comunidad de Azucareros en Cuba, trabajadores de la industria azucarera
y primeros revolucionarios. A través de esta experiencia, el fotógrafo cuestiona
el fin de las utopías en un pueblo que creyó y trabajó para que se encarnara el
sueño castrista. Realizados en el dormitorio, los retratos en color de estos
habitantes marcan el “reportaje” en blanco y negro, un recorrido visual que
muestra vidas cuyo hilo ha sido suspendido: interiores de viviendas,
dormitorios, calles invadidas por pasto, viejos lugares de producción, el corte
de caña en los campos ...
Este proyecto cuenta cómo el pueblo cubano entiende ahora su vida diaria,
cómo ve su historia reciente. Una nueva novela de Zoé Valdès arroja luz
adicional sobre esta historia fotográfica.