Un niño marcado por el estigma de la discriminación social en un país que en campeonatos de clasismo ha dado varias veces la vuelta olímpica. Hijo de una empleada doméstica y de un padre que nunca conoció; a medias integrado a la familia de patrones que lo acoge y rechaza al mismo tiempo; a medias beneficiado por una educación en que se le pide que rinda, pero que lo excluye de los cumpleaños de sus compañeros. Violado en plena inocencia por un vecino y agredido por la matriarca de aquella familia cuando quiere denunciar esa violación. Víctima de una conspiración de su propia familia de adopción para retenerlo en Chile en tiempos de dictadura. Una sucia trampa lo somete a dos años de servicio militar, con tortura y fracturas incluidas. Hijo de la escasez, cada regalo fue en su infancia el anticipo de una abundancia del alma que más tarde sería pan de cada día.De lo bueno mucho de Francisco Llancaqueo es el caso de una autobiografía plenamente lograda. Augura una lectura sin pausa y sin prisa, que se disfruta, y también, a ratos, se sufre. Y promete —o descubre— filones de plenitud en las canteras de la existencia: en su peculiar manera, el autor va redimiendo el dolor que en su camino le tocó enfrentar o padecer. Sin negar lo acontecido, lo expone con valentía a los ojos del público, y a la vez lo reabsorbe en un desborde de vida que siempre mira hacia delante.El testimonio de Francisco Llancaqueo es suyo, pero es de todos la promesa de felicidad. El arte de contarse ante los otros es poner esta promesa en escena, hacerla brotar en los avatares nuestros de cada día -Martín Hopenhayn SOBRE EL AUTOR: FRANCISCO LLANCAQUEO nació en Santiago, donde realizó todos sus estudios. Luego de egresar de la Enseñanza Media, estudió Actuación en la Universidad de Chile, cortando abruptamente su carrera tras el golpe militar. Se trasladó a Barcelona, España, donde se formó como peluquero en el Instituto Internacional de Lluís Llongueras. A su regreso a Chile ingresó al Instituto Berlitz, para asistir por primera vez a cursos de inglés. Estudió Literatura con el profesor Roberto Díaz Muñoz, venido del corazón de la Habana Vieja. En su enorme búsqueda de aprendizaje, llegó a formar parte de los talleres de astrología del psicólogo Gonzalo Pérez. Continuó desarrollando sus conocimientos de Estética en Teruya, en la ciudad de Sao Paulo y Nueva York.De vuelta en el país ha dedicado su vida a embellecer a mujeres y hombres que han pasado por sus manos. Ha trabajado para varias directores de cine chileno: Andrés Wood, Sebastián Campos, León Errázuriz, Sebastián Silva. En teatro fue el responsable de diseñar los peinados de todas las creaciones teatrales de Andrés Pérez, comenzando con la mítica Negra Ester.Con el tiempo tuvo la posibilidad de incursionar en las letras, algo que siempre le interesó. Fue colaborador para el diario The Clinic y La Nación. Llegó a tener su propia columna en Diario Siete+7, dirigido por Mónica González, y en revista Paula. Todas sus publicaciones fueron la inspiración para crear su obra de teatro El hijo de la peluquera, dirigida por Javiera Contador. Ha trabajado para varias revistas del país, participando en equipos editoriales de moda en Caras, Elle y Cultura Urbana.La docencia es algo que siempre le ha interesado, llegando a formar talleres de peluquería en programas de reinserción para jóvenes drogadictos.Llancaqueo ha logrado traducir la visita al peluquero en una experiencia. Ha sido un incansable buscador del mundo espiritual junto a su compañero, con quien hace más de doce años son discípulos de la gurú australiana Isha, de quien recibieron su técnica de amor y conciencia, algo que les ha permitido enfocarse en su propia grandeza. Hoy se prepara para diseñar los pelos de la nueva película de Mauricio López, La visita.