Buenos Aires, 1953. El joven Ernesto Guevara acaba de titularse como médico y, en lugar de ejercer su profesión, decide emprender un viaje por varios países de América del Sur y Centroamérica, en busca de lago que dé sentido a su incipiente deseo revolucionario. Como él mismo escribe: sin saber exactamente qué busca, ni cuál es el norte.