Durante los últimos treinta años el mundo, sin duda, ha sufrido muchas transformaciones. Ha cambiado la concepción de la pareja, los paradigmas que rigen la salud, la manera en que nos comunicamos, nuestra conciencia del medio ambiente y también las demandas que las empresas y el mundo laboral tienen de sus trabajadores. Hoy se buscan personas empáticas, solidarias, sensibles, sin prejuicios, que sepan trabajar en equipo y resolver conflictos. Pero ¿de dónde sale esta gente si la educación que estamos dándole a nuestros niños no incorpora la estimulación de ninguna de las mal llamadas «habilidades blandas»?
El objetivo de este libro es intentar entender esta contradicción y para ello recorrer en detalle todas las instancias educativas, analizando qué está pasando con nuestras emociones tanto en la familia como en la escuela, la educación superior y el propio entorno laboral. Desde nuestra más tierna infancia estamos programados para bloquear nuestras emociones más primarias, lo que se va sistematizando a lo largo de toda la educación formal. Cada vez manejamos más información, nos perfeccionamos más a nivel profesional y acumulamos un inmenso arsenal de conocimientos cognitivos, pero, paradójicamente, nos estamos volviendo más ignorantes emocionalmente, perdiendo la conexión con nosotros mismos. Esta terrible disociación puede generar angustia y desesperanza, pero es un escollo que podemos superar si escuchamos atentamente el sentido profundo de la invitación que Pilar Sordo nos hace en este libro: Educar para sentir, sentir para educar. Este es el único camino posible para formar los seres humanos que el futuro necesita.