«El género fantástico, que siempre he tenido en mis lecturas y escrituras favoritas, cuenta a lo menos con dos atractivos, o mejor dicho dos causas, que explican su larga tradición y justifican su existencia. La primera es el paradójico placer del escalofrío, que provocan las historias sobre fantasmas, apariciones, sepulcros malditos o fantasías delirantes… Podría decirse que esta es la justificación literaria. Pero hay otra, tal vez filosófica, o sicológica: incluso el más escéptico o materialista de los hombres sabe, si es razonable y tiene sentido común, que en la vida, en el mundo, en el universo, hay rincones turbios, fronteras oscuras, grietas aparentes o reales, por las que se filtran a veces las sospechas de otras realidades, junto con las dudas de si acaso no son solo frutos de la mente.» Carlos Iturra