Esta es la historia de un profeta que clama en el desierto. Jean-Baptiste Clamence, que una vez fuera abogado brillante en París, ahora ejerce la profesión de juez-penitente en los muelles de Ámsíerdam. ¿Qué es un juez-penitente? En este fascinante monólogo (dicho a un conocido casual en el dudoso bar "México City", o caminando por las calles alumbradas con neón y surcadas de neblina o visitando el llano paisaje de Zuyderzee) Clamence lo explica. Desnuda su pasado, hasta que surge la figura de una muchacha abandonada en tas aguas del Sena, hasta evocar su propia caída desde la vanidad det éxito. Al hacerlo, presenta al lector un espejo donde muchas contradicciones del hombre mundano se reflejan con acusadora precisión.